El mono y su amo |
A una diestra cocinera
vio matar pollos un día un Mono, y dijo: Yo haría lo mismo. ¡Bah! ¡Qué friolera!
¡A matador me dedico
desde hoy; con ardor empiezo! Clamó, y le torció el pescuezo ... ¿A quién? Al pobre perico
Sábelo el Amo, y al punto,
por la cólera cegado, azotó al Mono a tal grado, que lo dejó por difunto.
¡Oh Mono infeliz! ¡Qué caras
pagaste tus fechorías! Mas ¿por qué te rneterías en camisa de once varas?
Para no sufrir la pena
del Mono, sé cauteloso: Recuerda que es peligroso practicar función ajena. |
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