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viernes, 18 de abril de 2014

Vida y muerte

Vida y Muerte

Si nada nos salva de la vida,
que al menos el amor nos salve de la muerte


Canserbero


Publicada en http://www.manosalarte.com/poesiascortas.htm

sábado, 5 de abril de 2014

DEFINIENDO EL AMOR



Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida, que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido, que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada,
el que en todo es contrario de sí mismo.

Quevedo

http://www.manosalarte.com/poesiascortas.htm

viernes, 4 de abril de 2014

EL BURRO




Iba un burro caminando
con su carga muy pesada,
deseoso de llegar
a la próxima posada.

Más a mitad de camino
se cruzó con una burra
con su carga mas liviana
y una sonrisa cazurra.

Ël la miró de soslayo,
ella bajó la testuz.
quedaron enamorados,
y entre rebuzno y bocado,
la carga que era pesada,
ya no pesaba ni un gramo.

Sin pensar en prejuicios,
solo viven el presente.
¿Qué pasa con el amor
que hasta los burros
lo sienten?

Angelita Sevilla

miércoles, 2 de abril de 2014

CANCIONERO DE ALDEA:


 LIBRILLA  


La herida de un barranco estéril, yerto, 
te cruza, oh pueblo, el pecho recio y rudo 
y al hilo de tus pies, fauno desnudo, 
cantó el Guadalentín su verso incierto. 
Del viejo Castellar, sombra y desierto, 
su monte abajo corre, en grito agudo, 
la vena limonera de algún huerto. 
Oh pueblo de la rambla-flor de llaga. 
Agujas de azabaras en tu herida 
te cosen tierna piel de verdolaga. 
Si el árabe te amó como paloma 
que el nido, por amor, jamás olvida 
el beso de tu nombre fué de Roma.

http://www.poesiascortas.es

lunes, 31 de marzo de 2014

Poema del desencanto, Jose Angel Buesa



Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora
como dos fugitivos de la misma condena.
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:
             No valías la pena.

Ya llegaba el otoño y ardía el mediodía.
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
             No valías la pena.

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:
             No valías la pena.

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
y el eslabón amable que es más que una condena.
Pero hoy puedo decirlo, sin rencor ni despecho:
             No valías la pena.

Me alegré con tu risa; me apené por tu llanto,
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,
             no valías la pena.

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:
             No valías la pena.

miércoles, 26 de marzo de 2014

LA TIERRA


Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.

Romper el mar
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles el silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.

Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
—ese río del tiempo hacia la muerte—.

Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contramuerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
para dormir el sueño de los vivos.

Pero la muerte, desde dentro, ve.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.

…El mar —la mar—, como un himen inmenso,
los árboles moviendo el verde aire,
la nieve en llamas de la luz en vilo…



BLAS DE OTERO



lunes, 24 de marzo de 2014

La dulce boca

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno.
Manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen dél que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.


domingo, 23 de marzo de 2014

Mar y rio



Agrios huertos, azules limonares,
de frutos, si dorados, corredores;
¡tan distantes! que os sé si los vapores
libertan siempre presos palomares.
Ya va el río a regarle los azahares
alrededor de sus alrededores,
en menoscabo de la horticultura:
¡oh solución, presente al fin, futura!

MIGUEL HERNANDEZ

viernes, 21 de marzo de 2014

Nunca me imaginé que había en el mundo 

Un amor así 

Del tipo que cuando se tiene, no se sabe 

si cabe en el pecho. 

Pero puedo decir que sé lo que es tener 

Un amor de verdad 

Y un amor así sé que es para siempre 

Es para la eternidad.


ROBERTO CARLOS

jueves, 20 de marzo de 2014

A Barcelona de Jacinto Vedaguer


(fragmentos)
Cuando te miro en la falda de Montjuïc sentada,
me parece verte en los brazos del gigantesco Alcides
  que por proteger  a la hija de su costado nacida
  transformándose en sierra se hubiese quedado aquí

Y al ver que siempre sacas rocas de sus montañas
para tu caserío, que crece cual árbol en sazón,
parece que le diga a las olas y al cielo y a las montañas:
¡Miradla; carne de mi carne, y ya tan mayor!

Para que tus naves, que vuelven con alas de golondrina,
hacia el Cap-del-Riu, a la sombra no vayan a encallar,
  él levanta todas las noches un faro con su mano derecha
y por guiarlas entra andando en el mar.

El mar duerme a tus plantas besándolas cual vasalla
que escucha de tus labios el código de sus leyes;
  y si dices «¡atrás!», hace sitio a tu muralla
como si Marquets y Llances aún fuesen sus reyes.

Al nacer amazona, de murallas te coronaste.
Mas pronto tu crecimiento rompió el estrecho
tres veces te lo ceñiste, tres veces 10 rompiste,
saltando por encima del recinto de piedra cual un león.

¿Por qué atarte los brazos con ese cinto de torres?
No cuadra a una matrona la faja de los niños;
es mejor que las derribes de un manotazo, y las borres.
¿Ciclópeas murallas quieres? Dios te las da mejores.

Dios te las da de una hilera de cimas que te coronan,
gigantes de la marina de los de montaña al pie,
de firmes de uno en otro las ásperas manos se dan,
formando a tus espaldas un nuevo Pirineo.

Con Montealegre encaja Nou-pins; con Finestrelles,
Olorde; con Collserola, Carmel y Guinardons;
los lechos de los ríos que siegan ese muro son las puertas;
Garraf, Sant Pere Martir y Mongat, los torreones.

El alto Tibidabo, roble que a sus plantones domina,
es la soberbia acrópolis que domina a la ciudad;
el agudo Montcada, un hierro de lanza gigantesca
que una estirpe de héroes allí clavada dejó.

Sean ellos los eternos términos de tus ensanches;
los ruinosos muros ofrécelos, a pedazos, al mar,
en donde de un puerto sin medida serán los anchos brazos
que puedan un bosque de naves aprisionar.

Como tú, devoran ribazos y campos, y se tornan pue
las alquerías que te rodean, ciudades los caseríos,
como niñas hacia sus madres corriendo a grandes
¿a dónde llevarán sus aguas los ríos, sino al mar?

Y creces y te derramas; cuando la planicie te falta
trepas por las laderas amoldándote a sus vertientes;
en todas las que te rodean un barrio tuyo se esparce
que, ola tras ola, hacia arriba tú vas empujando.

Gigantes que hacia la serranía hoy tus brazos
tiendes, cuando allí llegues mañana, ¿qué harás?
Harás como una inmensa hiedra que, abrigando las tierras,
sube a ceñir un árbol del bosque con cada brazo.

¿Ves extenderse a Poniente un prado de esmeralda?
Otro Nilo lo forma con sus arenas de oro,
donde, si no te basta la falda de Montjuic,
podrían ensancharse tus tiendas y tu corazón.

Aquellas verdes riberas floridas que dora el sol,
Sant Just Desvern, al que sombrean naranjos y pinos,
los bosques de Valldoreix, de Hebron y Valldaura,
tejen tu futura corona de jardines.

¿Y esa bandada de pueblos que viven en la costa?
Son ninfas catalanas que vienen a abrazarte,
blancas gaviotas que el viento del siglo acerca
para que con tus alas de águila las enseñes a volar.

Un día, La Murtra, la Verge del Port, la Bonanova
serán tus templos, si son ahora el nido de tus amores;
los Agudells, mudando en blanco su verde ropaje,
inclinarán sus te~tas para ser tus miradores.

Uncidos querrían besar tus pies con sus olas,
esclavos de tu grandeza, Besòs y Llobregat,
y ser de tus reductos avanzadas troneras
los pechos de Cataluña, Montseny y Montserrat.

Entonces, temiendo entonces que los quieras por cabecera,
volviendo los ojos a los Alpes, el Pirineo vecino
preguntará, secándose la blanca cabellera,
si el París del Sena aquí se trasplantó. (…)

-Adelante, ciudad de los Condes, de río a río extendida ya,
adelante, hasta donde tope tu nave con el Omnipotente;
te arrebataron la corona; mas no el mar;
del mar aún eres reina; tu cetro es un tridente.

El mar, un día de tu poder esclavo, te llama,
cual dos portones abriéndose Suez y Panamá:
cada uno con una India riente te invita,
con Asia, las Américas, la tierra y el océano.

No te arrebataron el mar, ni el llano ni la montaña
que se levanta a tu espalda como un manto,
ni ese cielo que un día fuera mi tienda de campaña,
ni ese sol que un día fuera faro de mi nave;

ni el genio, esa estrella que te guía, ni esas alas,
la industria y el arte, prendas de un bello porvenir,
ni ese dulce aroma de caridad que exhalas,
ni esa fe… ¡y un pueblo que cree no puede morir!

Aún tiene tu cielo todas sus fl0res diamantinas;
sus héroes tiene la patria, sus liras el amor;
aún Clemencia Isaura rosas y englantinas
da cada primavera como presente al trovador.

Tu espléndido presente de nuevos tiempos es aurora;
soñando hojea el libro del pasado;
trabaja, piensa, lucha, mas cree, aguarda y reza.
Quien levanta o hunde los pueblos es Dios, que los creó.

Versión de José Batlló




miércoles, 19 de marzo de 2014

LOS HERALDOS NEGROS


Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!


Cesar Vallejo

lunes, 17 de marzo de 2014

Tu y yo


Tú...
tentadora, como la manzana;
atrayente, como la luz;
dulce, como la miel;
deliciosa, como la fruta;
delicada, como la nube;
ofrecida, como la promesa;
acogedora, como el hogar;
mimosa, como la gata;
profunda, como la mar;
perfumada, como la flor;
misteriosa, como la noche;
romántica, como la poesía;
sensual, como el terciopelo;
esperada, como el futuro...
Así deseo seas en mi amor.

Yo...
cálido, como el verano;
sensible, como la piel;
aventurero, como el viento;
experimentado, como el pasado;
juguetón, como el niño;
estimulante, como el vino;
atrevido, como el abismo;
tierno, como la madre;
apasionado, como el volcán;
entretenido, como el tiempo;
voluptuoso, como el humo;
complaciente, como la tierra;
amante, como la sombra;
eterno, como el paraíso...
Así quiero ser en tu lecho.

Miguel Angel Aguilar Muñoz



domingo, 16 de marzo de 2014

Gaviota

Gaviota
Vuela, vuela, gaviota,
vuela surcando los mares,
y cuéntame de otros mundos,
lo que de tu corazón sale.

No te vuelvas gaviota,
sin traerme las noticias,
que yo te estaré esperando,
Date prisa, date prisa.

Gaviota peregrina, que vuela,
al filo del viento,
no te arredres gaviota,
y métete mar adentro.

Cuando empieza a amanecer,
tu "voz" se hace sonar,
?Qué bién viniste a traer,
del otro lado del mar?

Gaviota quiso ser ,
la hija del jardinero
porque la vio de volar,
muy cerquita de los cielos.

Voló su imaginación,
vol con el pensamiento,
y no supo donde estaba,
para salir a su encuentro.

Vuela gaviota, vuela,
vuela surcando los mares,
que yo te estaré esperando,
en el jardín de mi padre.

Angelita Sevilla




http://ww.manosalarte.com/poesiascortas.htm

sábado, 15 de marzo de 2014

A una rosa

Grata flor que te destacas sobre el verde de las hojas, cual la sangre de una herida, roja... roja... Tú parodias esos labios purpurinos, que entreabiertos se dirían de caricias do sedientos han copiado de tus hojas el color de su bandera los campeones avanzados de la idea. Y por eso yo te adoro, bella flor, que de las hojas sobre el verde, te destacas roja... roja...


Alfonsina Storni



viernes, 14 de marzo de 2014

Al amor de la lumbre


Al amor de la lumbre cuya llama 
como una cresta de la mar ondea. 
Se oye fuera la lluvia que gotea 
sobre los chopos. Previsora el ama

supo ordenar se me temple la cama 
con sahumerio. En tanto la Odisea 
montes y valles de mi pecho orea 
de sus ficciones con la rica trama

preparándome el sueño. Del castaño 
que más de cien generaciones de hoja 
criara y vio morir, cabe el escaño

abrasándose el tronco con su roja 
brasa me reconforta. ¡Dulce engaño 
la ballesta de mi inquietud afloja!


Miguel de Unamuno

jueves, 13 de marzo de 2014

La cautiva de Esteban Echeverría

LA CAUTIVA 

PARTE PRIMERA
El Desierto

Era la tarde, y la hora
en que el sol la cresta dora
de los Andes. El Desierto
inconmensurable, abierto,
y misterioso a sus pies
se extiende; triste el semblante,
solitario y taciturno
como el mar, cuando un instante
al crepúsculo nocturno,
pone rienda a su altivez.

Gira en vano, reconcentra
su inmensidad, y no encuentra
la vista, en su vivo anhelo,
do fijar su fugaz vuelo,
como el pájaro en el mar.
Doquier campos y heredades
del ave y bruto guaridas,
doquier cielo y soledades
de Dios sólo conocidas,
que Él sólo puede sondar.
A veces, la tribu errante,
sobre el potro rozagante,
cuyas crines altaneras
flotan al viento ligeras,
lo cruza cual torbellino,
y pasa; o su toldería
sobre la grama frondosa
asienta, esperando el día
duerme, tranquila reposa,
sigue veloz su camino.

¡Cuántas, cuántas maravillas,
sublimes y a par sencillas,
sembró la fecunda mano
de Dios allí! ¡Cuánto arcano
que no es dado al vulgo ver!
La humilde yerba, el insecto,
la aura aromática y pura,
el silencio, el triste aspecto
de la grandiosa llanura,
el pálido anochecer.

Las armonías del viento
dicen más al pensamiento
que todo cuanto a porfía
la vana filosofía
pretende altiva enseñar.
¿Qué pincel podrá pintarlas
sin deslucir su belleza?
¿Qué lengua humana alabarlas?
Sólo el genio su grandeza
puede sentir y admirar.

Ya el sol su nítida frente
reclinaba en occidente,
derramando por la esfera
de su rubia cabellera
el desmayado fulgor.
Sereno y diáfano el cielo,
sobre la gala verdosa
de la llanura, azul velo
esparcía, misteriosa
sombra dando a su color.

El aura, moviendo apenas
sus alas de aroma llenas,
entre la yerba bullía
del campo que parecía
como un piélago ondear.
Y la tierra, contemplando
del astro rey la partida,
callaba, manifestando,
como en una despedida,
en su semblante pesar.

Sólo a ratos, altanero
relinchaba un bruto fiero
aquí o allá, en la campaña;
bramaba un toro de saña,
rugía un tigre feroz;
o las nubes contemplando,
como extático y gozoso,
el yajá, de cuando en cuando,
turbaba el mudo reposo
con su fatídica voz.

Se puso el sol; parecía
que el vasto horizonte ardía:
la silenciosa llanura
fue quedando más obscura,
más pardo el cielo, y en él,
con luz trémula brillaba
una que otra estrella, y luego
a los ojos se ocultaba,
como vacilante fuego
en soberbio chapitel.

El crepúsculo, entretanto,
con su claroscuro manto,
veló la tierra; una faja,
negra como una mortaja,
el occidente cubrió;
mientras la noche bajando
lenta venía, la calma,
que contempla suspirando
inquieta a veces el alma,
con el silencio reinó.

Entonces, como el rüido
que suele hacer el tronido
cuando retumba lejano,
se oyó en el tranquilo llano
sordo y confuso clamor;
se perdió... y luego violento,
como baladro espantoso
de turba inmensa, en el viento
se dilató sonoroso,
dando a los brutos pavor.

Bajo la planta sonante
del ágil potro arrogante
el duro suelo temblaba,
y envuelto en polvo cruzaba
como animado tropel,
velozmente cabalgando;
ve íanse lanzas agudas,
cabezas, crines ondeando,
y como formas desnudas
de aspecto extraño y crüel.

¿Quién es? ¿Qué insensata turba
con su alarido perturba
las calladas soledades
de Dios, do las tempestades
sólo se oyen resonar?
¿Qué humana planta orgullosa
se atreve a hollar el desierto
cuando todo en él reposa?
¿Quién viene seguro puerto
en sus yermos a buscar?

¡Oíd! Ya se acerca el bando
de salvajes, atronando
todo el campo convecino;
¡mirad! como torbellino
hiende el espacio veloz.
El fiero ímpetu no enfrena
del bruto que arroja espuma;
vaga al viento su melena,
y con ligereza suma
pasa en ademán atroz.

¿Dónde va? ¿De dónde viene?
¿De qué su gozo proviene?
¿Por qué grita, corre, vuela,
clavando al bruto la espuela,
sin mirar alrededor?
¡Ved que las puntas ufanas
de sus lanzas, por despojos,
llevan cabezas humanas,
cuyos inflamados ojos
respiran aún furor!

Así el bárbaro hace ultraje
al indomable coraje
que abatió su alevosía;
y su rencor todavía
mira, con torpe placer,
las cabezas que cortaron
sus inhumanos cuchillos,
exclamando: -"Ya pagaron
del cristiano los caudillos
el feudo a nuestro poder.

Ya los ranchos do vivieron
presa de las llamas fueron,
y muerde el polvo abatida
su pujanza tan erguida.
¿Dónde sus bravos están?
Vengan hoy del vituperio,
sus mujeres, sus infantes,
que gimen en cautiverio,
a libertar, y como antes,
nuestras lanzas probarán."

Tal decía, y bajo el callo
del indómito caballo,
crujiendo el suelo temblaba;
hueco y sordo retumbaba
su grito en la soledad.
Mientras la noche, cubierto
el rostro en manto nubloso,
echó en el vasto desierto,
su silencio pavoroso,
su sombría majestad.

miércoles, 12 de marzo de 2014

LA TIERRA, de Blas de Otero Muñoz


Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.

Romper el mar
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles el silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.

Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
—ese río del tiempo hacia la muerte—.

Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contramuerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
para dormir el sueño de los vivos.

Pero la muerte, desde dentro, ve.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.

…El mar —la mar—, como un himen inmenso,
los árboles moviendo el verde aire,
la nieve en llamas de la luz en vilo…






martes, 11 de marzo de 2014

HE ANDADO MUCHOS CAMINOS



He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancòlicos
borrachos de sombra negra,

y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan adònde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,

y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos
descansan bajo la tierra.



Antonio Machado

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lunes, 10 de marzo de 2014

GONZALO DE BERCEO, El clérigo simple

          El clérigo simple


  Era un simple clérigo pobre de clerecía,
dicie cutiano misa de la Sancta María,
non sabia decir otra, diciela cada día,
más la sabia por uso que por sabiduría.

  Fo est misacantano al Bispo acusado                
que era idiota, mal clérigo probado;
Salve Sancta Parens sólo tenie usado,
non sabie otra misa el torpe embargado.

  Fo durament movido el Obispo a saña,
dicie: nuncua de preste udí atal hazaña;              
diso: dicit al fijo de la mala putaña
que venga ante mí, no lo pare por maña.

  Vino ante el Obispo el preste pecador,
habie con el grand miedo perdida la color,
non podie de vergüenza catar contral señor,           
nuncua fo el mezquino en tan mala sudor.

  Dísoli el Obispo: preste, dime verdat,
si es tal como dicen la tu neciedat;
dísoli el buen ome: señor, por caridat
si disiese que non dizría falsedat.                   

  Dísoli el Obispo: cuando non has cïencia
de cantar otra misa, nin has sen, nin potencia,
viédote que non cantes, métote en sentencia:
vivi como mereces por otra agudencia.

  Fo el preste su vía triste e desarrado,             
habie muy grand vergüenza, el daño muy granado,
tornó en la Gloriosa ploroso e quesado,
que li diese consejo, ca era aterrado,

  La Madre precïosa que nunca falleció
a qui de corazón a piedes li cadió,                  
el ruego de su clérigo luego gelo udió;
no lo metió por plazo, luego li acorrió.

  La Virgo gloriosa, madre sin dición
apareciol' al Obispo luego en visión;
díjoli fuertes dichos, un bravielo sermón,           
descubrióli en ello todo su corazón.

  Díjoli bravamientre: Don Obispo lozano,
¿contra mí porqué fuste tan fuert e tan villano?
Yo nuncua te tollí valía de un gano,
e tú hasme tollido a mí un capellano.                 

  El que a mí cantaba la misa cada día,
tú tovist que facia yerro de heresía;
jugástilo por bestia e por cosa radía,
tollísteli la orden de la capellanía.

  Si tú no li mandares decir la misa mía,             
como solie decirla, grand querella habría,
e tú serás finado hasta el trenteno día,
desent verás que vale la saña de María.

  Fo con estas menazas el Bispo espantado,
mandó enviar luego por el preste vedado,              
rogol' quel perdonase lo que habie errado,
ca fo en él su pleito durament engañado.

  Mandólo que cantase como solie cantar,
fuese de la Gloriosa siervo del su altar,
si algo li menguasse en vestir o calzar               
el gelo mandarie del suyo mismo dar.

  Tornó el ome bono en su capellanía,
sirvió a la gloriosa Madre Sancta María,
finó en su oficio de fin cual yo quería,
fue la alma a la gloria, a la dulz cofradía.    



www.poesiacorta.com      

sábado, 8 de marzo de 2014

Mientras por competir

 


  Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
  mientras a cada labio, por cogello.                   
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

  goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada                  
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

  no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

L. de G.


www.poesiascortas.es

jueves, 6 de marzo de 2014

Rimas humanas

Es la mujer del hombre lo más bueno, y locura decir que lo más malo, su vida suele ser y su regalo, su muerte suele ser y su veneno. Cielo a los ojos cándido y sereno, que muchas veces al infierno igualo, por raro al mundo su valor señalo por falso al hombre su rigor condeno. Ella nos da su sangre, ella nos cría, no ha hecho el cielo cosa más ingrata; es un ángel, y a veces una arpía. Quiere, aborrece, trata bien, maltrata, y es la mujer, al fin, como sangría, que a veces da salud y a veces mata.

Garcilaso de la Vega



miércoles, 5 de marzo de 2014

Si hija de mi amor

Si hija de mi amor mi muerte fuese, ¡qué parto tan dichoso que sería el de mi amor contra la vida mía! ¡Qué gloria, que el morir de amar naciese! Llevara yo en el alma adonde fuese el fuego en que me abraso, y guardaría su llama fiel con la ceniza fría en el mismo sepulcro en que durmiese. De esotra parte de la muerte dura, vivirán en mi sobra mis cuidados, y más allá del Lethe mi memoria. Triunfará del olvido tu hermosura mi pura fe y ardiente, de los hados; y el no ser, por amar, será mi gloria.

FRANCISCO DE QUEVEDO


Al alba venid, anónimo

 

Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.

Amigo el que yo más quería,
venid al alba del día.

Amigo el que yo más amaba,           5
venid a la luz del alba.

Venid a la luz del día,
no traigáis compañía.

Venid a la luz del alba,
no traigáis gran compaña.  




domingo, 2 de marzo de 2014

ALMERÍA (Juan Morales Rojas) ( Andalucía en Poesía )

www.manosalarte.com/poesiascortas.htm






En ti se mira el mar bella Almería. 

Alma del mar que toca con sus dedos 

entre los verdes pámpanos, viñedos 

con que corona a Baco Andalucía. 

Crótalo de tu baile la poesía 

que en el encanto de tu cante afina, 

porque esta tierra es andaluza y fina 

y cuando eleva con cordura y tino 

de sus pámpanos verdes un racimo 

¡A su trasluz se ve la luz marina! 

sábado, 1 de marzo de 2014

poesias para Carnaval

Si pinto mi cara

Si pinto mi cara
con muchos colores
y adorno mi traje
con cintas y flores,
si canto canciones
y llevo antifaz,
ríete conmigo
porque es carnaval.
C. MUSCARSEL












Bajo un sombrero

Bajo un sombrero roto
del cual colgaba una flor
aparece la cara sonriente
de un payaso soñador.

Su pelo es naranja,
su nariz colorada
y una gran corbata
de cuadros le colgaba.

¡Qué zapatos más grandes!
¿Qué pantalones más anchos!
¡Qué agujeros en los calcetines!
¡Qué gracioso este payaso!
B. SANZ


viernes, 28 de febrero de 2014

Los Camellos Lo triste es así...


- Peter Altenberg

Dos lánguidos camellos, de elásticas cervices,
de verdes ojos claros y piel sedosa y rubia,
los cuellos recogidos, hinchadas las narices,
a grandes pasos miden un arenal de Nubia.

Alzaron la cabeza para orientarse, y luego
el soñoliento avance de sus vellosas piernas
-bajo el rojizo dombo de aquel cenit de fuego-
pararon silenciosos, al pie de las cisternas...

Un lustro apenas cargan bajo el azul magnífico,
y ya sus ojos quema la fiebre del tormento:
tal vez leyeron, sabios, borroso jeroglífico
perdido entre las ruinas de infausto monumento.

Vagando taciturnos por la dormida alfombra,
cuando cierra los ojos el moribundo día,
bajo la virgen negra que los llevó en la sombra
copiaron el desfile de la Melancolía...

Son hijos del Desierto: prestóles la palmera
un largo cuello móvil que sus vaivenes finge,
y en sus marchitos rostros que esculpe la Quimera
¡sopló cansancio eterno la boca del Esfinge!

Dijeron las Pirámides que el viejo sol rescalda:
"amamos la fatiga con inquietud secreta..."
y vieron desde entonces correr sobre una espalda
tallada en carne, viva, su triangular silueta.

Los átomos de oro que el torbellino esparce
quisieron en sus giros ser grácil vestidura,
y unidos en collares por invisible engarce
vistieron del giboso la escuálida figura.

Todo el fastidio, toda la fiebre, toda el hambre,
la sed sin agua, el yermo sin hembras, los despojos
de caravanas... huesos en blanquecino enjambre...
todo en el cerco bulle de sus dolientes ojos.

Ni las sutiles mirras, ni las leonadas pieles,
ni las volubles palmas que riegan sombra amiga,
ni el ruido sonoroso de claros cascabeles
alegran las miradas al rey de la fatiga:

¡Bebed dolor en ellas, flautistas de Bizancio
que amáis pulir el dáctilo al son de las cadenas,
sólo esos ojos pueden deciros el cansancio
de un mundo que agoniza sin sangre entre las venas!

¡Oh artistas! ¡Oh camellos de la Llanura vasta
que vais llevando a cuestas el sacro Monolito!
¡Tristes de Esfinge! ¡novios de la Palmera casta!
¡Sólo calmáis vosotros la sed de lo infinito!

¿Qué pueden los ceñudos? ¿Qué logran las melenas
de las zarpadas tribus cuando la sed oprime?
Sólo el poeta es lago sobre este mar de arenas,
sólo su arteria rota la humanidad redime.

Se pierde ya a lo lejos la errante caravana
dejándome -camello que cabalgó el Excidio...-
¡Cómo buscar sus huellas al sol de la mañana,
entre las ondas grises de lóbrego fastidio!

¡No! buscaré dos ojos que he visto, fuente pura
hoy a mi labio exhausta, y aguardaré paciente
hasta que suelta en hilos de mística dulzura
refresque las entrañas del lírico doliente;

Y si a mi lado cruza la sorda muchedumbre
mientras el vago fondo de esas pupilas miro,
dirá que vio un camello con honda pesadumbre,
mirando silencioso dos fuentes de zafiro...


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