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jueves, 9 de enero de 2014

Julio Aranda

Atravesemos la noche como si fuera un puente.
Llevemos lámparas
y carne de venado.
Escuchemos el trino del pájaro que fue
primero tempestad
y luego brisa.
Todo debe merecer una fiesta.
Miremos nuestras manos,
rojas de frío,
apretadas
al tiempo y a la historia.
Estamos juntos,
unidos por cadenas de raso,
cargando en las alforjas
una semilla blanca
y un laurel disecado.
No hay camino a elegir.
Es tan sólo un destino de palabras
diseminadas como migas de pan.
Pero todo debe merecer una fiesta.
Habremos de estrecharnos contra el árbol
donde el ahorcado duerme con sus ojos abiertos.
Devolveremos al tigre
su fuego, su belleza
y haremos con las constelaciones
una red, una trama
para atrapar al pez que nos nada en la lengua.
Por eso,
amanecidas almas al borde del abismo,
que no se rompa el cántaro
ni se agote la fuente.
Encendamos las lámparas.
Compartamos la carne.
Todo debe merecer una fiesta

de Julio Aranda, Buenos Aires, Argentina
Poema galardonado con el Segundo Premio en el Certamen de la Universidad de Tres de Febrero 2013.

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